3/17/2005

La proliferación de las bombas de tiempo.

Como a la administración del imperio le ha dado por legalizar ciertas formas de abuso de prisioneros, algunos de sus leales partidarios republicanos han estado muy activos generando apologías de la tortura como método de extracción de información. El típico argumento involucra una bomba de tiempo que va a explotar en alguna ciudad importante, así como el conocimiento perfecto de que la persona que uno ha capturado tiene información que le permitirá a los agentes de seguridad salvar a la ciudad. Por supuesto, nuestros civilizados y magnánimos republicanos están preocupadísimos de qué le pasaría al héroe de su película de acción, sea éste Schwarzenegger, Stallone, o cualquiera otro de sus descomunales actores, de ser el caso que, tras cumplir con su deber de torturar al prisionero y salvar Chicago o Nueva York en consecuencia, se viera el protagonista acusado de tortura.

Por el otro lado, les importa muy poco la posibilidad de que la legalización de formas particulares de abuso de prisioneros genere violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Al final de cuentas, según ellos, sólo terroristas van a tener que vérselas con la inmaculada justicia norteamericana, cuya credibilidad es incontrovertible cuando en las manos de Schwarzenegger y Stallone, no así en las manos de uno de esos jueces activistas (o terroristas, según algunos) que buscan la legalización del matrimonio gay.

Tampoco se les ocurre, a nuestros muy brillantes apologistas de la tortura, que Schwarzenegger, Stallone , y hasta Perico de los Palotes, estarían dispuestos a sacrificar su vida, no digamos ir al bote, si se trata de salvar Chicago o Nueva York. Les parece importantísimo absolver a priori a los futuros héroes en la Guerra contra el Terrorismo (TM), sin importar las consecuencias. Así están las cosas en los Estados Unidos, en dónde proliferan las bombas de tiempo en la imaginación pública.

Para quienes leen inglés, recomiendo este ensayo de Belle Waring, así como esta pieza de John Quiggin.