3/20/2005

Querido Alex:

"A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero
."

-Miguel Hernández.

Hace mucho tiempo que no charlamos, hermano. Desde el triste día en que me enteré de tu partida vengo librando una batalla cotidiana contra el olvido. Me paso largo rato buscando las palabras apropiadas para describirte, pero la sensación de alivio que sobreviene cuando lo consigo es efímera, porque no me basta recordarte en abstracto. Es por ello que prefiero recordar viñetas de nuestra amistad, ejercicio que requiere de profundo silencio y de concentración zen, porque no me conformo con recordar fórmulas. A veces no puedo decidir quién de los dos dijo qué, y esa confusión me consuela, porque me gusta creer que parte tuya subsiste en mí.

Los primeros meses fueron particularmente difíciles, porque todos los domingos sentía el impulso condicionado de marcar tu número de teléfono para contarte, porque nadie más lo hubiera comprendido, lo mucho que me dolía tu ausencia. Me sigue doliendo no poder ver tu rostro inteligente, no vivir esas conversaciones ingeniosas que nos hacían reir a ráfagas de afecto. Extraño escuchar tus preocupaciones tan humanas, percibir tu sensibilidad incorruptible, maravillarme ante tu constante y apasionada fe en los demás, admirar tu devoción a la comunidad. Me haces falta, grandísimo cronopio.