5/11/2005

La frontera porosa.

Debo reconocer que a veces el insoportable Harold Bloom tiene buen gusto, sobre todo cuando se trata de novelas escritas por hombres blancos. A mí nunca termina de molestarme coincidir con él, pero en el caso de Cormac McCarthy no me queda otra opción. El autor de Blood Meridian, novela que Harold Bloom ha llamado, con ese típico sensacionalismo barato de Harold Bloom, la mejor novela norteamericana de todas las escritas por autores aún en vida, es verdaderamente un novelista muy interesante. Aún no leo su obra maestra, pero tras la lectura de All the Pretty Horses, he quedado con ganas de seguir leyéndole. Ello a pesar de que sus últimas novelas tratan de vaqueros del suroeste norteamericano, temática que a mí siempre me ha producido una repugnancia estética casi visceral. Pero McCarthy no es un escritor de Westerns, tal como Miguel Hernández no fue exactamente un poeta campesino (pese a que le llamaban "el poeta campesino"), y en All the Pretty Horses uno puede ver por qué.

La novela trata de John Grady Cole, un muchacho de dieciséis años de edad que se aventura, en compañía de su amigo Lacey Rawlins, a cruzar la frontera entre EEUU y México en busca de una mejor vida. La subversiva inversión del tema habitual (la migración de México a los EEUU) genera escenarios muy interesantes: los dos muchachos norteamericanos son, al fin de cuentas, inmigrantes ilegales en México, un México marcado por la revolución, un México complejo y vivo, lejos del México caricaturesco que aparece en las películas de Hollywood. El personaje más interesante es quizás Alfonsa, tía abuela de Alejandra, la muchacha de la que se enamora John Grady Cole. Alejandra es hija de un hacendado mexicano que emplea a Cole y Rawlins, y Alfonsa es su celosa guardián. Justo previo a la resolución de la trama, hay un encuentro hermoso entre Alfonsa y Cole, en el que la inversión de los roles sociales es aún más interesante. Alfonsa es una mujer con ideas avanzadas, una mujer bien educada, con un inglés impecable, y mucho más refinado que el del vaquero John Grady Cole, quien es un muchacho simple y muy bueno. (En la película que hicieron de la novela, el monólogo de Alfonsa es cortado hasta lo ridículo. Una verdadera lástima.) La inversión de la situación migratoria contemporánea es muy sugerente: Cole como el campesino mexicano migrante, en busca de mejores condiciones de vida, dotado de un escepticismo ingenuo sobre la realidad de las fronteras geográficas, indefenso en el exilio voluntario.